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Crónicas de una feminista en pañales: Pobre mujer policía, malditas feministas hipócritas.

  • danni.dann.09
  • 5 oct 2020
  • 3 Min. de lectura

Mucho se dice en los medios de comunicación masiva respecto a las manifestaciones en general, a la vez se dice muy poco. Se mencionan los destrozos, los monumentos “dañados”, los inconvenientes viales; pero no se habla a fondo de las causas que llevaron a las protestas y lo que significan las pintas que se hacen. En el caso de las manifestaciones feministas, la criminalización es especialmente violenta y machista.


El 28 de septiembre fue el “Día de acción global por la despenalización y legalización del aborto”, por lo que hubo marchas en todo el país. En algunos estados, las compañeras pudieron marchar sin pormenores; en otros, sin embargo, las compañeras sufrieron represión policial. En Tijuana, por ejemplo, la policía arrestó compañeras de manera arbitraria. En la Ciudad de México, la marcha fue dividida, encapsulada y gaseada por poco más de 4 horas.


Convenientemente, los medios de comunicación solo hablaron de las mujeres policías heridas. En la cobertura del evento solo hay fotos de las compañeras del bloque negro golpeando los escudos de los policías. Se nos llamó hipócritas cuando se viralizó la fotografía de una mujer policía con lágrimas en los ojos, se decía que “las feministas locas la habían golpeado y pateado”.



La realidad es que era una marcha pacífica, cerca de 500 mujeres de diferentes colectivas y trasfondos exigían el derecho a decidir sobre su propio cuerpo y porque dicho derecho sea nacional. Distintas mujeres iban a gritar consignas, a bailar, brincar, estar entre compas, en sororidad.


Se partió del Monumento a la Revolución, alrededor de las 14:30 hrs, en dirección al Zócalo. A unas calles de haber avanzado, las compañeras que iban hasta atrás se percataron que los policías que iban atrás de ellas se iban acercando cada vez más. Llegó un punto en el que se enfrentaron y los policías golpearon a unas cuantas.

Al frente, el contingente se topó con “Ateneas”, quienes les impidieron el paso. En este momento, el bloque negro tuvo que entrar en acción para que la marcha continuara y pudiera llegar al Zócalo.


Lograron romper la barrera policial y el contingente pudo seguir avanzando, pero no mucho, pues se encontraron con más “Ateneas” y granaderos, que encapsularon al contingente entre las avenidas Balderas y Juárez. Las chicas del bloque negro tuvieron que volver a accionar, pero la policía respondió con petardos, cuetones y gases, los cuales hirieron a varias compañeras. De estas heridas nadie habla.


Llegó Marabunta para controlar la situación, para dialogar y llegar a un acuerdo con las autoridades, que se logró parcialmente porque el punto de la marcha era llegar al Zócalo, pero solo las dejaron llegar hasta la Antimonumenta. Para este punto el contingente estaba dividido, en la Antimonumenta las juntaron y las volvieron a encapsular por otras 2 o 3 horas. En este tiempo, el bloque negro tuvo que entrar en acción de nuevo para que la marcha continuara y pudiera llegar al Zócalo, a lo que los policías respondieron con gases y golpes, sin romper nunca las barreras.


Espero se note el patrón: la policía bloquea o violenta al contingente, el bloque negro responde. Así es como funciona. Las morras del bloque negro son las que se ponen al tiro con los policías o con la gente que ataque a las demás; ellas ponen la cuerpa (literalmente) para que las demás compañeras puedan continuar marchando prácticamente en paz; ellas hacen la iconoclasia que todo el tiempo llaman erróneamente vandalismo; ellas hacen el ruido dentro de la manifestación para que se nos haga caso. Las admiro.




Después de estar varias horas atrapadas ahí, el hartazgo de estar encerradas dominaba el ambiente. De nuevo se intentó romper la barrera, tanto por dentro de la cápsula como por fuera por distintas colectivas que apoyaban desde fuera, y se logró. Finalmente, la manifestación se dispersó por la Lagunilla, aún con policías siguiendo a las manifestantes que quedaban.


Todo esto lo escribo porque, aunque no estuve ahí, pude seguir la marcha en redes sociales: siempre hay morras que se dan a la tarea de hacer transmisiones en vivo para difundir y documentar las cosas que suceden y se les agradece infinitamente. Lo escribo porque considero importante desmentir noticias falsas, porque es importante que se conozca la realidad de esta manifestación, sin amarillismo, sin criminalización.

Quisiera recordarles algo que mencioné en las Crónicas de una feminista en pañales pasadas, y es que de camino a la Casa Refugio Ni una menos vi muchos policías y granaderos en las calles que rodeaban el lugar. En ningún momento se acercaron a nosotras, pero ahí estaban, y cuando yo me fui, ahí seguían. Mientras iba caminando con unas compas en busca de una estación de metro abierta, seguíamos viendo policías con escudos en nuestro camino, y recuerdo que una de ellas me dijo “¡Cuántos puercos siguen aquí! Nos tienen miedo, ¿verdad?” Yo solo asentí tímidamente, no comprendía el peso de esas palabras. Ella solo respondió “qué bueno” y sonrió orgullosamente.




 
 
 

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