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Déjame te cuento sobre el autocuidado

  • danni.dann.09
  • 15 feb 2021
  • 4 Min. de lectura

Daniela Vera y Magdalena Morales


Cuando pienso en autocuidado me imagino a una mujer (que, tal vez no tan sorprendentemente, no soy yo) en una tina de baño con sales para exfoliar la piel en el agua, con velas alrededor de la tina, una copa vino en mano, escuchando música a todo volumen y cantando sin que le importe si alguien la escucha. Y gran parte del porqué el autocuidado se ve así para mí es porque así se ve en las películas, en las cuentas de redes sociales que seguía. El autocuidado era sinónimo de consentirse con una mascarilla, con una manicure o con mi comida favorita; todo sin remordimientos porque “es mi momento o día de consentirme”.


No es que esté mal esta idea de autocuidado, pero he aprendido que está incompleta. Cuidar de uno mismo es mucho más que tener un día para consentirnos como se nos dé la gana. Sin duda, tener un tiempo para estar con uno mismo y hacer lo que nos gusta es importante, pero no es la única manera de cuidar nuestros hermosos seres.



Dorothea Elizabeth Orem fue una de las primeras personas que observó e investigó la importancia del autocuidado como un papel activo en el cuidado personal, no limitado únicamente a ir al doctor cuando tienes fiebre o consentirse de vez en cuando. En su labor de enfermera notó una fuerte relación entre una mejor calidad de vida y las acciones que tomaba cada quien para comprender y regular aquellas situaciones vividas, las cuales afectan su desarrollo y desempeño. Ella vió que al atender, entender, regular e investigar, las personas podían tomar mejores decisiones para actuar dentro de sus posibilidades para proteger su salud y prevenir complicaciones a futuro.


Cuidar de uno es prestar atención a lo que el cuerpo necesita: si tenemos hambre, comer algo; si tenemos sed, tomar agua; si nos duele la cabeza, el estómago, el tobillo o la espalda, observar ese dolor físico, ¿es sueño, hambre, estrés, demasiado ejercicio, mala postura? ¿Qué necesita el cuerpo? Y atender a esas necesidades que a veces son básicas. Es dejar de sentir culpa por necesitar lo mínimo indispensable para seguir funcionando adecuadamente. Bien dicen que el cuerpo es sabio, y cuando algo le hace falta nos lo hace saber. Pero el cuerpo también es caprichoso, aquí es donde entra el autoconocimiento: hacernos preguntas constantemente para identificar adecuadamente lo que nos trata de decir.


El autocuidado no depende solo de una de nuestras dimensiones como seres humanos, es necesario proteger el funcionamiento de nuestro cuerpo, procurar a las personas que son importantes para nosotros, tener un pasatiempo, tomar el sol un ratito todos los días. Se trata de separar, dentro de lo posible, la vida laboral de la personal, reconocer y expresar nuestras emociones y sentimientos, estar en contacto con ellos, reconocerlos y validarlos, recordar que los sentimientos no son ni buenos ni malos. No somos culpables por lo que sentimos, sino de cómo respondemos (o no) a ellos.


Hay requisitos de autocuidado que son universales a todo ser humano y que permiten el desarrollo físico, pero también es importante cuidar el desarrollo personal. Responder a las situaciones desagradables que afrontamos todos los días, procurando prevenir, aminorar o superar sus consecuencias negativas a largo plazo. Además, es necesario reconocer situaciones de riesgo y actuar; reflexionar respecto a las consecuencias desagradables que puede tener para nuestra vida continuar con determinadas conductas, relaciones o hábitos perjudiciales.


Tomando en cuenta el enfoque de investigadores, quienes asocian el autocuidado con la autonomía, la independencia y la responsabilidad personal; cuidar de tí es desarrollar habilidades para manejar las emociones de forma activa y atenta al presente, con la intención de promover el bienestar personal y colectivo. El autocuidado en este caso es recordar lo frágil que es el bienestar y las consecuencias que tienen nuestras decisiones a largo plazo para nosotros y los otros. Es aprender a poner límites con ciertas personas o ciertas conductas.


El autocuidado físico ya lo conocemos, nos han hablado hasta el cansancio de lavarnos las manos, comer saludablemente, realizar exploraciones físicas regularmente para detectar anomalías, mantener buenos hábitos de sueño y descanso. Pero en realidad poco se sabe y se hace por el cuidado psicológico o social, con frecuencia al desatender estos se desatiende también el otro, son como una mesita de tres patas, si cualquiera de ellas está chueca o incompleta, la mesita se cae.


Cuidar de nuestra salud mental tiene que ver con monitorear las creencias que tenemos sobre nuestro propio valor ¿te regañas con demasiada frecuencia?¿crees que si no alcanzas la calificación perfecta es como si no estuvieras logrando nada?¿te permites fracasar? La autovaloración es un factor que influye increíblemente en nosotros, por eso es tan importante practicar la paciencia a diario hacia nosotros, hacernos preguntas para comprendernos mejor, buscar ayuda cuando sea necesario, tener en quien apoyarse, pero también saber que nosotros mismos podemos brindar amor y compañía.


El viaje del autocuidado lleva al viaje del amor propio, que son caminos complicados y sinuosos, pero rinden frutos preciosos. Decidir cuidar de nosotros significa cambiar hábitos, cambiar formas de pensar que nos enseñaron desde pequeños, enseñarnos a hacernos preguntas constantemente, es una elección diaria por nosotros mismos. No siempre vamos a estar contentos con quienes somos, no siempre vamos a estar al 100, pero está bien no estar bien. El truco es no dejarnos derrotar por ese sentir. El truco es que no hay truco que a todos nos funcione, el autocuidado se ve diferente de persona a persona. Sin embargo, cuidar de ti también es pedir ayuda cuando la situación sea demasiado abrumadora y sientas que escapa de tus manos.


 
 
 

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