Sobre la sacralidad del ser “No nacido” en el siglo XXI
- María Abraham
- 26 ago 2020
- 4 Min. de lectura
María González Abraham
Lejos de hablar sobre teología y argumentación religiosa sobre la defensa de la vida, hablaré en términos filosóficos y sociales sobre diferentes elementos que merecen ser discutidas en medio del debate sobre aborto. El motivo es acercar, lo más posible, a términos y argumentos de otra índole que no sea la religiosa para tener otras herramientas que nos permita sentarnos a discutir problemáticas sociales con el estricto orden del estado laico, pero sobre todo, para poder expandir el campo del debate que se abre en torno al aborto en nuestro país.

Comenzaré con un caso en Francia, llamado “Caso Perruche”. Nicolas Perruche era un joven de 19 años cuando, en 2002, fue indemnizado por el gobierno francés por no ejercer su derecho a “no nacer”. Perruche argumentaba que un mal diagnóstico en la etapa gestante lo condenó a vivir con minusvalías que afectaban su calidad de vida. El derecho de las parejas o madres solteras a interrumpir el embarazo en el caso de malformaciones en el feto o el desarrollo de enfermedades congénitas ya había sido discutido y aprobado en la sociedad. Sin embargo, ¿No son los padres o la madre, la que decide no darle el derecho a nacer? Quizá sea conveniente rescatar una cita atribuida a Nietzsche donde señala lo reprochable de la moral sobre los estándares estéticos sociales:
"Si matas una cucaracha eres un héroe. Si matas una hermosa mariposa, eres malo. La moral tiene criterios estéticos".
Eso nos lleva a un planteamiento aún mayor, y a mí parecer, mucho más cruel: la selección natural a través de estándares estéticos. Podemos retomar la idea desarrollada por Umberto Eco en sus dos grandes obras: Historia de la fealdad e Historia de la belleza. ¿Qué plantea? En términos prácticos para este texto, mencionaré su idea de separar lo “bueno y malo” entre lo “bello y feo”. Haciendo una correlación entre los conceptos bueno-> bello y feo-> malo. Entendamos que las deformidades y enfermedades son feas y por tanto son malas. Se debe ir, pues, en busca de lo bello, lo bueno. ¿Qué pasa si el criterio para “no nacer” cambia? Me parece que es aquí cuando debemos entrar a debatir tomando en cuenta otros aspectos que deberían influir en la decisión de interrumpir o no un embarazo.

Hay que tener en cuenta que el ser humano es un animal social, o en términos aristótelicos, en un “animal político” . Por ello vivir en comuna es indispensable para el ser humano. Sin la comunidad el ser humano se extingue, muere. La estética es uno de esos valores que el hombre toma en cuenta para poder pertenecer a la comunidad. Sin embargo, creo que a ello también se le deben atribuir el hecho de la decisión tomada por los progenitores de ver si se pueden hacer cargo de una persona o no. Recordemos que la familia es el núcleo social, de ahí tiene mucho que ver con que la familia esté bien constituida (en términos de calidad de vida y un ambiente sano, no en términos de la denominada “familia tradicional”) ¿por qué interponer los deseos de una moral que no está ajustada a los retos que enfrenta la sociedad hoy?
La explosión demográfica dejó problemas que no teníamos considerados en el siglo pasado o hace cincuenta años. Problemas que moldearon el mundo en el que vivimos. Dejaremos de entrar en temas teológicos y para denominar a Dios lo haremos denominando “Naturaleza” como lo hizo Baruch Spinoza. La Naturaleza es cambiante porque está viva, cualquier cosa que tenga esta cualidad nunca va a permanecer inmutable. Es por ello que la “naturaleza” del hombre cambiará y siempre permanecerá en dinamismo en tanto siga en busca del bienestar común. Este argumento también puede plantearse en el aspecto de la “familia tradicional”. Lo tradicional podríamos ligarlo a la costumbre de una sociedad en tanto genere códigos de identidad.

Entendamos que, como Epicuro de Samos, “nadie puede bañarse en el mismo río dos veces” y que la sociedad no será la misma en desde el momento en que estén leyendo este texto hasta que ustedes terminen de leerlo. También, que ustedes ya no serán los mismos y que estamos inmersos en este dinamismo en tanto estemos vivos. El cambio es inminente y genera mucha inestabilidad, pero es gracias a ello que se generan nuevos elementos que nos ayudan a mejorar o aprender sobre nuestra propia “naturaleza”.
En conclusión, podemos decir que no existe "sacralidad" en el hecho de interponer un principio ideológico sobre la decisión de una o más personas a no tener un hijo, existe quizá el miedo al cambio y el deseo de permanencia en un mismo tiempo. No por el sentido que así han funcionado la sociedad a lo largo de los años y ha funcionado bien, más bien, por el sentido de que no hemos comprobado que no sea un "mal necesario" por la sobre-población, cambio climático, precariedad en la calidad de vida, etcétera. Agregando a esto, los niños pareciera que son desechables en una sociedad que está acostumbrada a querer a los niños que se encuentran en situaciones optimas y olvidando el hecho de que existen muchos casos de niños que no las tienen, se critica pues el derecho a nacer bajo estándares "estéticos-morales" y no de bienestar. En resumen, el cambio siempre seguirá perpetuándose y consolidándose, no parará. Dejemos de tener miedo y comencemos a debatir lo que al bienestar común pertenece considerando aspectos que quizá no vemos a simple vista pero que vale la pena reflexionar.
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